El diseño editorial sigue considerándose una especie de “hermano pequeño” del diseño gráfico, sin valorarse realmente su gran impacto y sus múltiples aplicaciones. Pero, aunque no te des cuenta, muchos de los productos gráficos y visuales que consumes a diario, ya sea en formato físico o digital, tienen un gran trabajo previo de maquetación y diseño editorial.
Menos reconocido que el diseño gráfico que se aplica al ámbito del marketing en campaña publicitarias o al ámbito del branding para la creación de logotipos, el poder del diseño editorial es sutil pero esencial: convierte la información en experiencia visual, organiza el caos cuando hay mucho que comunicar y transforma contenidos aparentemente simples en piezas que invitan a ser leídas, comprendidas y recordadas.
Aunque muchos lo asocian únicamente con libros y revistas, el diseño editorial está presente en una infinidad de soportes que consumimos a diario, desde un periódico hasta un catálogo de productos, un folleto turístico o una memoria anual de empresa. A pesar de ello, su valor suele pasar desapercibido para el gran público y, por eso, hoy queremos reivindicar esta labor silenciosa pero decisiva, y poner en valor la belleza y funcionalidad que el diseño editorial aporta a la comunicación contemporánea.
¿Qué se considera diseño editorial?
El diseño editorial es una rama del diseño gráfico que se encarga de estructurar, maquetar y dar forma visual a contenidos escritos y gráficos.
Su objetivo es optimizar la lectura y la comprensión a través de decisiones estéticas y funcionales como la selección de la tipografía, la jerarquía visual, el uso del color, la disposición de los elementos, la presencia de blancos, la elección de imágenes o el ritmo visual.
No se trata únicamente de embellecer, sino de maquetar y de facilitar la lectura, guiar la mirada y reforzar el mensaje. Es una tarea que requiere conocimientos técnicos, sensibilidad visual y comprensión profunda del contenido que se desea transmitir.
En definitiva, el diseño editorial construye el “envoltorio” que hace legible y atractivo el contenido, sin eclipsarlo. Su grandeza está precisamente en lograr que el lector no perciba su intervención como un añadido, sino como parte orgánica del mensaje.
¿Dónde se aplica más allá de la maquetación de libros?
Aunque el diseño editorial tiene una larga tradición vinculada al mundo de los libros, sus aplicaciones son mucho más amplias y versátiles. Se encuentra en:
- revistas y periódicos
- informes corporativos y memorias anuales
- folletos informativos y catálogos de productos o marcas
- programas culturales
- dossiers de prensa
- publicaciones digitales
- e-books interactivos y revistas online..
Por ejemplo, un folleto turístico bien diseñado puede convertirse en una herramienta clave para fomentar el interés por un destino. Un catálogo de empresa no solo debe mostrar productos, sino contar una historia visual coherente que transmita la identidad de marca. Una memoria anual corporativa correctamente maquetada puede transformar datos complejos en información comprensible y estéticamente atractiva, facilitando su lectura.
En el ámbito digital, el diseño editorial adquiere nuevas dimensiones: debe adaptarse a pantallas, integrar elementos interactivos y responder a una lógica de navegación diferente, sin perder sus principios fundamentales de claridad, ritmo y jerarquía.
La importancia del diseño editorial
El diseño editorial no solo tiene una dimensión estética, sino que se trata de una herramienta estratégica de comunicación.
Su correcta aplicación tiene múltiples beneficios:
- mejora la legibilidad de los contenidos
- facilita la comprensión de ideas complejas
- guía al lector y marca una jerarquía a los contenidos que va a leer
- refuerza la identidad visual de una marca o institución
- favorece la experiencia del lector
Cuando está bien ejecutado, el diseño editorial puede hacer que un texto aburrido se vuelva interesante, que una información dispersa se entienda con un golpe de vista y que una marca se posicione de forma sólida ante su público.
Además, el diseño editorial tiene la capacidad de crear una experiencia emocional. No solo se trata de leer un contenido, sino de sentirlo. El uso de la tipografía adecuada, los espacios en blanco que permiten respirar, las imágenes que complementan y no saturan, o una portada que invita a abrir el documento, todo suma.
Por desgracia, en muchas ocasiones se subestima esta labor. Se ve como algo meramente decorativo o prescindible, cuando en realidad es un trabajo intelectual y artístico que requiere planificación, criterio y oficio. Valorar el diseño editorial es, en última instancia, valorar el contenido y respetar al lector.